Uno de los factores más importantes para que un negocio funcione es el equipo que forma parte de él. A veces es un factor escondido que los clientes nunca llegan a ver, pero en otras ocasiones el equipo es precisamente la cara más visible de la empresa.

Éste último es el caso de la farmacia, ya que las personas que trabajan en ella serán en gran medida las responsables de que nuestros clientes decidan entrar en nuestro establecimiento y no en otro.

Sería importante preguntarnos qué buscan nuestros clientes cuando acuden a nosotros, y por ende, qué consideraciones deberíamos tener en cuenta a la hora de formar un buen equipo de trabajo.

Todas y cada una de las personas que entran en nuestra farmacia lo hace con una necesidad concreta, la cuál espera poder satisfacer en nuestra dispensación. Esta necesidad puede ser muy distinta según cada persona: Algunos buscarán rapidez y eficacia, otros necesitarán de nuestro tiempo, confianza y empatía, y otros quizás busquen discreción y consejo. 

Cada cliente tiene unas necesidades diferentes y nuestro deber como profesionales es estar preparados para detectar, atender y satisfacer cada una de ellas.

El primer paso para poder hacerlo, es aprender a detectar dicha necesidad. Si no sabemos lo que quiere nuestro cliente, será imposible que se lo podamos ofrecer. El segundo paso, consistirá en poseer un abanico amplio de cualidades y conocimientos que nos permitirá satisfacer cada una de las diferentes necesidades que se nos presenten.

Si lo pensamos bien, es casi imposible que todos nuestros trabajadores posean, de manera natural, aptitudes y actitudes profesionales casi iguales. Un hecho positivo, si sabemos aprovecharlo.

Por desgracia, no siempre es así, lo cuál provoca que se acabe creando una división excesiva de tareas entre los trabajadores. Un hecho perceptible por los clientes, que son capaces de detectar quién posee más conocimientos, quién es más directo, callado, rápido o a quién le gusta más hablar. Por lo que ellos también acaban adquiriendo sus preferencias, en función de las necesidades que quieran cubrir.

Por el contrario, también existe una manera de trabajar dónde el objetivo principal es crear un equipo capaz de satisfacer cualquier necesidad que se le presente. De esta manera, cuando nuestros clientes entren por la puerta, sabrán con certeza que van a poder satisfacer sus necesidades, con independencia de la persona que les atienda.

Para conseguirlo, es necesario poseer un buen equipo y una buena filosofía de trabajo, dónde el aprendizaje mutuo, el compañerismo, la sinceridad, el esfuerzo compartido y las ganas de mejora continua sean los pilares claves de todos ellos.

Eliminar una división de tareas excesiva, valorar, enseñar y compartir los puntos fuertes de cada uno, hacer participes a todo el equipo en el camino común y potenciar a cada miembro individualmente, serán hechos claves para conseguir un equipo altamente cualificado, y por lo tanto mostrar una imagen y capacidad como trabajadores y como farmacia difícil de superar.

No se trata de que entren a nuestra farmacia porqué confían en un trabajador en concreto, o porqué uno es más callado, hablador o rápido que el otro, sino porqué saben que, independientemente de quién les atienda, podrán satisfacer sus necesidades, sean cuales sean.

Tener un equipo tan preparado y de forma tan similar no es una tarea fácil, pero conseguirlo te ofrecerá la oportunidad de que tus trabajadores mejoren, aprendan unos de otros y se conviertan todos juntos en mejores profesionales. Este aprendizaje mutuo les hará sentirse realizados, unidos, motivados y creará un mejor ambiente de trabajo.

El conocimiento compartido, la compenetración, la mejora continúa y la unidad de nuestros trabajadores, nos proporcionará un equipo capaz de transmitir la imagen que deseemos como farmacia.

Por ello, el éxito de nuestro equipo y de nuestra farmacia se basará en la filosofía que transmitamos internamente.

“Si caminas solo, irás más rápido,si caminas acompañado, llegarás más lejos”